Traición a la esposa enamorada

 



    
   Ayer me asaltó la idea de este título. Es seguro que me preocupa por algún motivo, no personal desde luego. A veces, me fijo en alguien y me invento la historia de su vida, de su vida reciente, de su momento de vida. 

Tal vez, esto que escribo, pueda parecerle a alguien utópico, trasnochado, incluso irreverente. Sin embargo, pienso que aunque los tiempos hayan cambiado estrepitosamente, las personas no demasiado.

Hace años tomé la costumbre de hacer la compra diaria en el mismo comercio. Fue así, en ese ritual, cuando vi a una señora, alrededor de los cincuenta, desconocida para mí y, por la expresión de su cara, su modo de andar, un tanto apático, mostraba que se sentía triste, desamparada... ¿Quizás el que ella creía su hombre enamorado la abandonó? Pero, ¡quién sabe! La cuestión es que yo asumí, para mis adentros, que no me equivocaba. La señora se subió a su coche y se marchó.

Aquella fantasía me hizo reflexionar sobre la situación imaginada. Me sorprendo cada vez que oigo o leo las estadísticas de separaciones y divorcios que se producen en España. ¡Son tantos...! Por medio de otras vías menos científicas (el boca a boca), sé que muchas mujeres de mi pueblo están separadas o divorciadas, y sé también que el motivo suele ser digamos que... el mal comportamiento del esposo. Y esto que digo lo sé de buena tinta. 

Cuando uno lleva muchos años junto a su esposa, debe agradecerlo. Porque todos cometemos errores que podrían afectar al matrimonio. Es cierto que, tanto el hombre como la mujer, cometen esos errores; sin embargo, también es cierto que los yerros de unos y otras suelen ser, casi siempre, de distinta índole. Biológicamente, la mujer tiende a mantener la estabilidad del matrimonio y, por ello, cuando actúa de forma inadecuada normalmente es por una razón de peso. Los hombres, según nos advierte la Ciencia, somos, por lo general, menos cuidadosos en nuestro matrimonio. 

Hay personas que no soportan oír decir a alguien (hombre o mujer) que sigue enamorado/a a pesar de los años de convivencia. Es obvio que uno no se refiere a aquel enamoramiento que vivió en su juventud, sino a otro modo de amar, más profundo, más calmado, más íntimo, más alentador, más comprometido. 
Podemos pensar en esos casos en que el esposo conoce a una mujer y dice haberse enamorado de ella, pero no es verdad. Los hombres sabemos que, salvo contadas excepciones, eso no es verdad. El individuo puede creer que sí, que se ha enamorado de esa nueva mujer, pero al poco descubre que no era cierto. Son otras motivaciones las que le llevan de la mano a abandonar a su esposa. 

¿Y cuando sucede al contrario? Es decir, la esposa se ha enamorado de otro hombre y abandona al esposo. Muy pocas veces ocurre, en comparación con la circunstancia inversa. 
Oficialmente, este hecho se negaría de rotundo, en consonancia con el discurso del pensamiento único imperante. Los hombres y las mujeres ni hemos sido, ni somos, ni seremos nunca iguales. La biología manda en la conducta y la organiza, de modo que el ser humano disfrute de su existencia. La cuestión de los derechos es otra muy distinta de la que trato aquí. No obstante, y para terminar, quiero dejar dicho que nunca he comprendido a quienes puedan albergar alguna duda en cuanto a la igualdad de derechos entre hombres y mujeres. 


FJPS



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