Sabios, zafios, sandios

 




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   Hay un alma escondida en la recóndita habitación, que nadie conoce, del tercer piso. Los basureros son hombres que recogen basura; también lugares donde se arroja o deposita basura. Cuando decidiste lavarte el ojo del culo antes de ponerte el pantalón del chándal, arruinaste la media vida que te quedaba por vivir. Quisiste convertirte en un ser aséptico, correcto y amante de los domingos, con el periódico del domingo bajo el brazo. 

El día que quieras me avisas para que vaya a tu casa y te rompa los cristales de todas las ventanas. Esa día te regalaré un preservativo irrompible para que lo uses con tu mujer, o con la mujer de tu hija la virago. Tengo cientos de preservativos irrompibles porque yo sólo voy con adúlteras pasadas, manoseadas por extraños en la cola del pan, vituperadas por sus maridos porque ya no les sirven, son mujeres de pechos blandos, de cuello arrugado y seductor, de caderas anchas, mujeres que soportan con gusto los envites del enamorado. 

Te obcecaste en recoger la leche derramada y entonces sentiste que se te escapaba una ventosidad húmeda. Maldijiste al santoral casi completo porque crees en los santos. Tu mujer la asténica estuvo a punto de patearte en aquella postura mientras que tú despotricabas. Tu hijo menor bota el balón a la espera de que te animes a jugar con él. Tú juegas al fútbol vestido de árbitro para joder al prójimo, que un día de estos te va a apedrear por la espalda. Todos los domingos compras el mismo periódico, un periódico aséptico y correcto. 

Cuando saliste de baño, ya limpio, tu hijo se había marchado al campillo de abajo. Hace casi seis meses que las ventanas de tu casa no tienen cristal. Tu hijo mayor se bebe cuatro o cinco litronas en una hora sentado bajo una de las ventanas de tu casa. Tu mujer se alimenta de valium y Monster y tú no te has dado cuenta. Ella te dice que no le gustan los preservativos irrompibles porque se le seca, pero tú no le echas cuenta, tú haces como si no la oyeras y persistes, hasta que una noche te abandone o te clave un cuchillo en el vientre. Ella no duerme ni con pastillas. Ella se pasa las noches en vela y, de madrugada, a veces piensa en qué clase de hombres serán los basureros que están recogiendo tu basura. 
Por la mañana, cuando todos os habéis ido, ella sube al tercer piso y se esconde en la habitación oculta para llorar su irrecuperable pasado y reírse de tu futuro, que tú planeaste aséptica y correctamente vestido de árbitro frente al periódico dominical. 


FJPS

   31 de diciembre de 2024. 

"Niégate a admitir la idea de que la vida sea irremisiblemente un tejido de vilezas". 

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