Teatro y discapacidad ¿Por qué Eduardo?
Debo declarar que mi intención no fue, ni ha terminado siendo, acercarme a lo que llamamos “teatro inclusivo”. Decidirme por “un hombre de unos cuarenta y cinco años, que mide, aproximadamente, un metro y veinte centímetros”, ha sido una cuestión difícil de resolver. Pero era esa la elección que mi idea de la obra exigía. Obviamente, otra cosa distinta iba a ser llegar a aceptarla como válida. Mis reparos y mis miedos ―todos por ignorancia―, me llevaron a estudiar la materia en profundidad y a informarme adecuadamente.
En este sentido, quiero destacar los trabajos de la doctora
Susanne Hartwig sobre discapacidad y teatro. De manera especial, las siguientes
palabras lograron que percibiera con absoluta claridad y convencimiento la
inestimable presencia de Eduardo, tal
y como es, en mi obra El político ingenuo:
“Así, la discapacidad funciona como símbolo, metáfora o “prosthesis” de la
narración que trata de explicar la anormalidad dentro de los parámetros de la
normalidad […]. En estos contextos, la discapacidad es el soporte de una
denuncia o un recurso estético muy fuerte”. Además, “la utilización de la
diversidad funcional (discapacidad) como elemento ambiguo del espectáculo
teatral, capaz de oscilar entre representación y presencia, símbolo y
corporalidad, expresión individual y relación social, así como texto y
contexto”.
Efectivamente, en teatro ―y más aún en el drama― todo es símbolo.
Lo que en El político ingenuo pueda
representar Eduardo es una cuestión que debemos dejar a los críticos. Sin
embargo, será el lector o lectora quien, a la luz de sus vivencias, descubra
por qué está aquí Eduardo.
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